Blogia
juanmaríajiménez

Nuevos poemas

Nuevos poemas

Nuevos poemas

 

Quise mirar la noche

Quise mirar la noche

con ojos de día,

pero la noche

es más noche que la luz del deseo.

 

Se ahora

que jamás sabré de mí en sus pupilas,

ni tampoco del color de las cosas.

 

No cabe ya

ni una razón en mí contra el vacío.

 

 

 

Viene de frente

Viene de frente

-como las sombras distraídas-

sin rostro ni amparo:

un desplante a la luz

que lo proyecta y lo devora

en un silencio

-sin embargo- tormentoso.

 

Viene

de ser un día un nombre,

un domicilio entonces,

una respuesta,

la codicia, Dios,

una culpa,

un rastro.

 

Mas nada ya presagia

que hubo una mano asida

a unos pasos cardinales

o una duda razonable,

y sí, un pálpito

y una tragedia irremediable.

 

Cabe

en su ausencia de hombre

un íntimo

e insondable pozo

por el que embarrancan

las imágenes arrancadas

a las cuencas vacías de su mirada.

 

Viene de frente una sombra

que erró de destino.

 


Las palabras caen

Las palabras caen

-ni siquiera las pronuncio-

en este telón sin fondo

al que llamo vida.

Boca a boca las protege

su elástica esencia

de resultar desnucadas:

desusadas.

 

Caen huérfanas

ante el irresoluble asunto

de explicar

qué diferente fui

del que soy,

qué me trajo hasta aquí

o qué es la noche

y sus contrarios.

 

Nacen enajenadas

y se resisten a una luz,

una razón o un calor que no tienen

más allá

de estos versos inermes

y presuntuosos.

 

Son, al cabo,

sustantivos rotos

vértebras desentrañadas

de una gramática cautiva,

de un diccionario personal

escrito sobre el vacío.

 

Finalmente,

sucumben también

a esta gravedad innecesaria

los silencios,

ajenos, antes de esta estrofa,

a tanta palabrería homicida.



Una ola penetrante

Una ola penetrante

y clara

brotó de mis ojos sin esperarla.

Cristalina y febril bocanada

para unas pupilas aún extrañas

al rumor de aguamarinas

sinuosas entre arrecifes y playas.

 

Mas, lejos de enturbiar mi mirada,

topacios, turquesas,

estrellas de mar la seducen

entre la luminosa verdad de tus aguas,

por la fragante profundidad de tu alma,

hacia el litoral azul y fresco de tu cuerpo

en el que, estas, mis naves sobresaltadas,

sumergirse claman. 


Muero

¿Muero

si puedo decir aún

que ya no existo?

 

¿Vivo

si las palabras

se vuelven hacia dentro

cada vez que lo intento?

 

 ¿Cuál es el verbo?

 ¿Cuál la declinación

que afirma o niega

 a estos

mis relojes varados?



Nochebuena

Diciembre:

un año más

lloré la muerte de mi hermano,

reescribí un poema

siempre insuficiente

e innecesario

y, desolado,

me masturbé

con el recuerdo

de una mujer cualquiera.



Dejad

Dejad

que la mano del hombre

descienda sobre todos nosotros:

es sangre envenenada.