Los versos del éxodo (1980 - 1986)

Descifremos el mito:
el Ángel es la nada;
Dios, el engaño.
Luzbel es el olvido.
-Francisco Brines-
X
Mil novecientos
cincuenta y seis: naftalina.
Tras
tres días de parto
harta la matriz
y los labios secos,
agrietados:
la toalla y un guantazo, naftalina
o jazmín de arcones,
llanto primero.
A senos, naftalina, ciclón de mares
blanco
limpio blanco
aire aire aire
y los insectos muertos.
XI
Quise ser Dios
Cuando ser hombre
Me vino demasiado grande.
XII
y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten hasta la saciedad y es que hay vidas que se repiten…
XIV
Playa nudista
Ósculo
Orno
Orbe
Opto
Óvalo
Óvulo
Ojo: Ombligo
XV
Perfil
Como
si
sólo
se
tratara
de
morir
volando
me
he
dejado
caer
por
esta
apariencia
de
pájaro
XVI
Y vencieron los héroes
aunque exhaustos.
Presuntuosos y rebeldes
afrentan victoriosos estos bravos
la paz de los dioses,
vulnerada ya la de los hombres
que los erigieron enviados.
Atrás quedaron
gratitud y lealtad como besos
perdidos, absolutamente,
mas
aunque bellos y jóvenes
vigorosos y diestros en la lucha
no les cupo ocasión
para destruir el recuerdo:
no posee cuerpo al que batir,
¡no al viento!.
Al viento sólo la templanza calma
y no es este el eco
que recorre los campos sino de acero
ensangrentado.
Quedan único el héroe y su conciencia,
sólos como los otros cientos
de aguerridos ante el ojo (con mayúsculas)
testigo eterno.
Una voz le señala,
individualmente pero al tiempo
que todo pudo haber terminado
con la última batalla,
que ya -continúa la voz-
pueden no ser necesarios.
Sólo el fin de los inmortales
-acertaron a comprender los imponentes muchachos-
dará fundamento a la nueva lucha.
Todos callaron la interrogante.
Los héroes,
aunque exhaustos,
se dirigen, convencidos, al cielo.
XVII
el
VÉRTIGO
es
así
como
un
LÁTIGO
o
estar
a
solas
CONTIGO
ante un paisaje de montaña
XVIII
Un poema de amor no es
decir: te quiero, y basta,
no es que imaginara
o amase, una tarde juntos
junto a un paisaje maravilloso;
que por escribir un verso,
uno sólo,
empeñé hace tiempo las manos
y ya, sólo tú
fuiste papel lápiz y texto.
XIX
Irreflexivo
poderoso amor:
todo el amor.
XX
Soledad
Como la mirada ausente de un retrato
como una carta perdida repleta de amor
como el hueco en la almohada
como un secreto sin compartir
como la sombra herida de una farola
como una calle sin salida
como una calle en multitud
como el miedo
como un distraerse
como el miedo.
XXI
¡Ay! que te conocí
-como una desabría noche de amor-
cuando no debiera.
Y al llegar mañana
un amargo recuerdo
será nuestra despedida última.
¡Ay desamor!
cuando no debiera.
XXII
¿Cúal es el peso de una colección de besos?
(de versos quise decir).
-Juan de Loxa-
Deshojando pétalos
como quien lanza balas
o bombas certeras,
-también lo fueron geranios
o azahar-
un revuelo de paloma incesante,
con ebriedad del coleccionista
de besos y versos,
asciende cálido
a coronar corazones.
Un alivio asoma a los ojos
del cuerpo poseído
y un soplo de viento
vivo y necesario como alas certeras
desentumece la palabra y el verbo,
y un sólo amar
-estruendoso y preclaro-
es conjugado a coro.
XXIII
Tras el aterrorizado perfil
donde el hombre se necesita ángel
no fue
el salto suficiente
para jugar a dios
allí que el árbol -sólo- testigo solo
deviene trampolín o
vértigo
precipitado.
La tarde
ensangrentada
se ha dejado caer de manos
del suicidio esplendoroso
y el paisaje cobra senectud de cicatrices
asteriscos de papel plata
y cielo de violetas.
XXIV
Nos conoceremos
por ojeras de nácar y ceniza,
por nuestra sombra envilecida
y el pasar de autos.
Y no habrá condición
ni justicia
que nos exima
del placer prohibido.
Mientras,
una nube anónima
se deja oir, errante,
por entre los locos.
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